LA POBREZA, UNA TRAMPA SIN SALIDA

¿Cómo es realmente la vida de 13% de la población mundial que se encuentra en situación de pobreza? ¿Nos hemos acercado alguna vez a ellos para entender cómo funcionan cada uno de      los ámbitos que les rodean?


Tras décadas de esfuerzos e intentos fallidos, millones de euros invertidos, sueños frustrados y vidas reducidas a lo mínimo, todo parece continuar en la misma situación que cuando se iniciaron los primeros contactos y se tomaron las primeras medidas para tratar de solventar “la situación de pobreza con la que conviven 865 millones de personal”, tal y como afirman Banerjee y Dufflo, autores del libro Repensar la Pobreza. Una situación, que tal y como se nos cuenta, implica sobrevivir con menos de un dólar al día. Este libro, titular de un Premio Nobel de Economía, busca dar un giro radical en la lucha contra la desigualdad global, acabando con la tendencia de la sociedad a reducir a los pobres a un conjunto de clichés que nada se asemejan a sus vidas reales o a sus verdaderas necesidades.

 

El libro mencionado consta de dos partes. La primera de ellas, denominada Vidas privadas pone el foco en los aspectos de la vida familiar de los pobres, es decir, ¿qué suelen comprar estos?¿Cómo es la educación de sus hijos?¿Cuál es su acceso a la sanidad y la efectividad de esta? Por otra parte, la segunda parte del libro, denominada Instituciones, se centra más en el funcionamiento de los mercados y las instituciones para los pobres, hablándonos entre otras cosas de las dificultades a la hora de pedir préstamos o de las políticas más o menos efectivas de los gobiernos.


Para comenzar a entender el libro,  los autores nos invitan  partir de una perspectiva y una idea: no debemos tomar la pobreza como un desafío de enorme magnitud e imposible de solucionar, sino como un conjunto de problemas específicos, que tras ser identificados y comprendidos, pueden ir resolviéndose mediante pequeños pasos. Asimismo, se debe ser cauto a la hora de entender como solución la ayuda exterior, pues por una parte puede resultar positiva, pero por otra puede propiciar que los pobres no sean capaces de buscar soluciones propias porque siempre ha existido alguien que las ha buscado por ellos.

 

Uno de los primeros aspectos que encontramos es el hambre. Achacamos la falta de alimentos al hecho de que tengan que convivir con menos de un dólar por día, pero lo cierto es que no siempre se come tanto como se puede. En un estudio realizado durante el transcurso del libro se comprobó que un hogar representativo que suprimiese el gasto en alcohol o tabaco, o que simplemente empleara su dinero en comprar alimentos ricos en nutrientes en vez de alimentos lujosos, gozaría de una cantidad de alimentos suficiente para no incurrir en una situación de hambruna. Pero el hecho de que prefieran el placer momentáneo al beneficio futuro prevalece en muchas de las vidas de estas personas. Este motivo nos permite relacionar lo anterior con la sanidad. Se ha demostrado que si los pobres aplicarán a su vida medidas preventivas y a las que aparentemente pueden hacer frente como es el uso de cloro para tratar el agua, evitarían tener que emplear una parte importante de sus ingresos a antibióticos o tratamientos a posteriori que realmente no gozarán de mucha eficacia.


Asimismo, ese afán por disfrutar del presente sin pensar en las consecuencias futuras se conecta con la idea de pesimismo que prevalece en muchas de las cabezas de estas personas, haciendo que no crean en su futuro al no tener expectativas ni incentivos que los animen a ello. Esta es la causa por la que la tasa de alfabetización incurre en niveles muy bajos en estos países: los pobres piensan que no tienen capacidades, los maestros los infravaloran y finalmente acaban dejando los estudios ante la falta de creencia en su potencial. Esto implica caer en una trampa de la pobreza, pues mientras los ricos estudiarán en escuelas de ricos donde puedan desarrollar sus capacidades, los niños nacidos en familias pobres serán rechazados en la educación y se verán obligados a seguir una vida similar a la de sus padres.

Este problema afirman Banerjee y Dufflo, sólo puede solventarse si el sistema educativo se centra en crear una educación realista con los alumnos existentes, y no en un modelo que busca alumnos brillantes y perfectos que ni siquiera existen. Dicha educación es conocida en las familias como inversión en capital humano, y no resulta fácil de llevar a cabo si se tiene uno o dos hijos, pero resulta algo más complicada si se tienen diez como viene siendo lo común en estos casos. Las familias tienen un gran número de hijos porque los padres ven a estos como una forma de garantizarse de que alguno de ellos los cuidará cuando sean viejos. Una solución basada en la ignorancia, ya que existen otros métodos para hacer frente a este problema como por ejemplo los seguros médicos o las pensiones de vejez. Ante esta tendencia se han tomado una serie de políticas demográficas destinadas a reducir la natalidad en muchos países.


Alcanzando la parte del libro que se centra en lo relacionado con las instituciones y los mercados de los pobres, llama la atención el hecho de que ellos son los gestores de riesgo de sus propias vidas ante la imposibilidad de poder contratar un aseguradora con un coste alto. Esto propicia que diversifiquen, pudiendo llegar a tener una familia a tres de sus miembros trabajando en siete ocupaciones diferente. Además, no solo les resulta complicado asegurarse sino también tener que adquirir préstamos. Los microcréditos como incentivos financieros aparecieron hace un tiempo a través de una institución principalmente, la IMF.


En Spandana se otorgaron a muchos habitantes, pero aunque la gente era mas propensa a iniciar una actividad económica, lo cierto es que no está bien diseñado para poner cantidades importantes de dinero al alcance de individuos que pueden fracasar. Y no sólo los individuos se ven afectados, también lo hacen las empresas, que resultan demasiado grandes para prestamistas tradicionales y demasiado pue que las para bancos.

Desde siempre se ha acusado a los pobres de su propio problema para ahorrar, tachándolos de querer gastarlo todo a corto plazo sin pensar en el futuro. Para Barenjee y Dufflo, dicha impaciencia no viene de que sean impulsivos y no sean capaces de no emplear su dinero de manera frívola, sino que viene provocada por el hecho de que no gozan de motivación. Por ello, ven la posibilidad de aumentar su ahorro y salir de la pobreza demasiado lejana. No debemos olvidarnos de que todo el ingenio que los pobres emplean para poder ahorrar supone un coste de oportunidad en el que los ricos no se ven obligados a incurrir.

Y cuando no se ve salida, ¿cómo se va a montar una empresa? La respuesta es complicada pero aún así algunos de ellos lo intentan y se encuentran con la incapacidad para lograr un modelo de negocio rentable y de gran dimensión como al que aspiraban. Sus modelos se asemejan a los de sus vecinos, y su afán e ilusión por salir de la pobreza a través del emprendimiento se convierte en continuos intentos por buscar un trabajo estable en la Administración Pública.

 

Como colofón a todo lo anterior, las instituciones gubernamentales lejos de sumar soluciones, dificultan todo aún más. Se envuelven en corrupción e imposibilitan que las políticas prometidas alcance a la población en la medida en que se suponía que debían hacerlo. “Podemos atacar la pobreza con éxito, quizá de una forma limitada, incluso en contexto institucionales malos”- sostiene Sachs; mientras que Easterly afirma que “Tal vez sea suficiente con que haya unas pocas personas dentro del sistema que crean en la lucha contra la corrupción”. Las dos posiciones son válidas, pues resulta completamente erróneo considerar a las instituciones como condición necesaria y suficiente para que se lleven a cabo políticas y programas eficaces.

 

La pobreza continua siendo, a pesar de su análisis profundo, una lacra difícil de erradicar. Y no existe una fórmula matemática para salir de ello. Sólo mediante pequeñas acciones se podrá lograr salir poco a poco de una situación que afecta al 13 % de la población mundial.

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